Cómo hacer que las gallinas pongan mas huevos y no bajen la postura

A continuación te vamos a enseñar cómo evitar la crisis de la baja postura y que tus gallinas pongan más huevos, o al menos todos los que debrían estar poniendo.

Si estás aquí es porque la postura de tus gallinas no es la que esperabas y ya empezaste a preguntarte “¿por qué mis gallinas no ponen huevos?” o “¿como estimular a las gallinas para que pongan huevos de nuevo?”. Pero, no te preocupes, no eres la única persona con el gallinero en crisis: incluso con las mejores ponedoras del mercado, la producción puede bajar si algo en su entorno no está bien ajustado.

La buena noticia es que casi siempre hay solución. En este artículo vamos a destripar, con calma y sin tecnicismos innecesarios, qué factores afectan la postura, cómo detectarlos a tiempo y qué cambios concretos puedes aplicar en tu granja o patio para que tus gallinas vuelvan a llenar la huevera sin agotarlas ni forzarlas de forma insana.

Por qué baja la postura en gallinas ponedoras

Primero, conviene saber qué entendemos por “baja postura”. No es lo mismo que una gallina adulta deje de poner unos días porque está mudando pluma a que un lote completo caiga de golpe un 30–40 % en la producción. La raza, la edad, la época del año y el sistema de manejo hacen que el “nivel normal” varíe; por eso es clave llevar un registro sencillo de huevos diarios para notar cualquier cambio brusco.

En la práctica, la mayoría de problemas de postura se resumen en unos pocos grupos de causas:

  • mala alimentación o falta de agua,
  • fotoperíodo inadecuado (pocas horas de luz),
  • estrés ambiental,
  • enfermedades y parásitos,
  • temperatura extrema,
  • mala ventilación de la nave
  • etapas fisiológicas como la muda (no aplicable en gallinas comerciales a menos que se haga pelecha)

Lo importante es no obsesionarse con una sola explicación y revisar el conjunto: gallina, gallinero y manejo.

El papel del estrés en la producción de huevos

Cuando hablamos de estrés no es un concepto abstracto: una gallina estresada produce hormonas que desajustan su sistema reproductivo, baja el apetito, se vuelve más nerviosa y, al final, pone menos huevos o deja de poner. Al igual que los humanos, todo funciona mal frente a un exceso de estrés.

Disparadores típicos de ese estrés pueden ser:

  • cambios bruscos de rutina (alimentación, iluminación, hora de la comida)
  • persecuciones o depredadores que rondando el corral o que han entrado a la nave
  • ruidos fuertes por maquinarias cerca del gallinero u otros
  • un exceso de competencia por comida y espacio

Piensa que para poner un huevo la gallina necesita sentirse segura. Si cada vez que entra al nido pasa un perro ladrando, un gallo pesado la acosa (en el caso de las gallinas de patio) o hay peleas por falta de espacio, la prioridad del cuerpo deja de ser la postura y pasa a ser sobrevivir.

Reducir el estrés significa tener horarios estables, manejar las aves con calma, introducir nuevas gallinas poco a poco (gallinas de patio, en gallinas comerciales esto no se practica) y ofrecer suficiente espacio y recursos para que no vivan en “modo pelea” permanente.

Alimentación y nutrición para una buena postura

Una de las bases de una buena postura de gallinas es el pienso. Lo ideal es usar un alimento específico para ponedoras, con al menos un 15–17 % de proteína y el nivel de energía adecuado a tu clima. Estos piensos ya vienen formulados con aminoácidos, vitaminas y minerales equilibrados para que la gallina tenga “material de construcción” para su cuerpo y para el huevo. Los granos, restos de cocina y verduras son complementos, no el menú principal.

Proteína, calcio y vitaminas: el combo ganador

Si la dieta tiene poca proteína, la gallina prioriza su propio mantenimiento y reduce la producción de huevo; con demasiada chatarra (pan, pasta, arroz) engorda pero no pone más. Las golosinas como insectos deshidratados, semillas de girasol o restos de pescado pueden ayudar a subir la proteína en momentos exigentes (muda, picos de producción), pero siempre en pequeñas cantidades para no desbalancear la ración.

El calcio merece capítulo aparte: cada cáscara de huevo necesita alrededor de 2 g de calcio, y una ponedora puede requerir unos 4 g al día entre lo que va al huevo y lo que mantiene sus huesos fuertes. Por eso se recomienda ofrecer una fuente de calcio grueso (concha de ostra triturada, cáscara de huevo bien limpia, horneada y molida o suplementos comerciales) en un comedero aparte, para que la gallina lo consuma según su necesidad. Si empiezas a ver cáscaras muy finas, huevos deformados o gallinas cojas, revisa de inmediato el calcio de la dieta.

No descuides los micronutrientes

Las vitaminas y minerales del pienso suelen ser suficientes si usas un producto de calidad, pero en momentos de estrés (cambios de clima, traslado, inicio de postura, convalecencias) puedes apoyar con complejos vitamínicos en agua o alimento. Complementar con frutas y verduras aptas para aves aporta variedad y algo de frescor, siempre evitando excesos de alimentos muy azucarados o salados. Un buen programa nutricional no es dar de todo un poco, sino dar lo correcto todos los días.

Temperatura y ambiente del gallinero

Las gallinas, como nosotros, funcionan peor con frío extremo o calor asfixiante. Con bajas temperaturas gastan más energía para mantenerse calientes, comen más y destinan parte de esas calorías extra a su propio cuerpo, no al huevo. Con calor fuerte sucede lo contrario: comen menos, beben más agua y, al reducirse la ingesta de nutrientes, suele bajar la postura y empeorar la calidad de la cáscara.

Lo ideal es un gallinero bien aislado del viento y la lluvia, pero ventilado. Ventanas altas o rejillas permiten renovar el aire sin corrientes directas sobre las aves. La cama debe estar seca y limpia; una cama húmeda aumenta la humedad ambiental, favorece enfermedades respiratorias y genera amoníaco, que irrita las vías respiratorias y estresa al lote. Además, respeta un espacio mínimo por gallina tanto dentro del gallinero como en el corral para reducir peleas y picaje.

Agua fresca y manejo de bebederos

El agua es probablemente el “ingrediente” más infravalorado del huevo: entre un 65 y un 75 % del huevo es agua, así que si la gallina no bebe suficiente, simplemente no puede producir con normalidad. La mayoría de guías coinciden en que unas pocas horas sin agua pueden reducir la postura de forma notable, e incluso hacer que algunas gallinas paren completamente ese día.

Por eso es básico que haya bebederos suficientes para que todas las aves tengan acceso sin peleas, especialmente las más pequeñas o subordinadas. Mantén el agua limpia, cambia a diario (o más en verano), ajusta la altura de los bebederos para que no se llenen de cama y excrementos, y revisa a menudo que no se queden vacíos ni se congelen. En climas calurosos, ofrecer agua fresca a la sombra y, si es posible, un segundo punto de agua extra puede marcar la diferencia en la producción.

Iluminación y horas de luz recomendadas

La gallina “lee” el calendario a través de la luz. Su sistema reproductivo se activa cuando hay suficientes horas de claridad al día, y se frena cuando el fotoperiodo baja de cierto límite. En general, se recomiendan entre 14 y 16 horas de luz diarias para mantener una buena postura en gallinas adultas; con menos de 12 horas, muchas ponedoras reducen drásticamente su producción.

Si en tu zona los días de invierno son cortos, puedes complementar con luz artificial de baja intensidad, usando un temporizador para encenderla al amanecer o antes del anochecer y así completar esas 14–16 horas. Lo importante es no hacer cambios bruscos (subir o bajar muchas horas de golpe descoloca a las gallinas) y no alargar el día más allá de lo razonable: forzar constantemente la postura con demasiada luz puede acortar la vida productiva del lote y aumentar problemas de salud y comportamiento.

Enfermedades, parásitos y otros riesgos para la postura

Una regla simple: una gallina enferma pone mal o no pone. Cualquier proceso que afecte respiración, digestión, articulaciones o sistema inmune puede reflejarse en una postura de gallinas irregular. Señales de alarma: aves apáticas, aisladas del grupo, con plumaje erizado, diarrea, estornudos frecuentes, secreciones nasales o pérdida rápida de peso. Ante dudas serias, lo responsable es separar a la sospechosa en un espacio de cuarentena limpio y consultar a un veterinario o técnico avícola.

Los parásitos externos (piojos, ácaros rojos, pulgas) roban sangre, provocan picor constante y hacen que las gallinas duerman mal; los internos (lombrices) compiten por los nutrientes del alimento. Ambos grupos terminan reduciendo la producción. Revisa de forma rutinaria la piel, plumas y perchas del gallinero, ofrece baños de tierra seca (puedes mezclar con algo de tierra de diatomeas de calidad alimentaria) y, si detectas infestaciones, aplica los productos antiparasitarios autorizados siguiendo siempre las indicaciones y períodos de retiro del fabricante.

Plan práctico para recuperar y mantener la postura

Llegados a este punto, vamos a lo que más interesa: como estimular a las gallinas para que pongan huevos cuando tu producción se ha desplomado. Lo primero es hacer un chequeo sistemático, no ir dando palos de ciego. Revisa en este orden: agua (¿hay siempre? ¿limpia?), alimento (¿es pienso de ponedora, en cantidad suficiente?), luz (¿cuántas horas reales de claridad tienen al día?), ambiente (temperatura, ventilación, espacio) y, finalmente, estado de salud (signos de enfermedades, muda, parásitos, estrés evidente).

Con el diagnóstico más claro, define un plan simple para las próximas 3–4 semanas: corrige agua y pienso, ajusta la luz si hace falta, mejora la ventilación y la cama, desparasita si corresponde y estabiliza las rutinas de manejo. Registra cuántos huevos recoges cada día, anota cambios que hagas y observa el comportamiento general del lote. No esperes milagros de un día para otro, pero si las causas eran ambientales o nutricionales, deberías empezar a ver una recuperación gradual de la postura en ese período.

Conclusiones y algunas buenas prácticas para tu granja avícola

En resumen, la postura de gallinas no es un misterio insondable: es la suma de buena nutrición, agua limpia siempre disponible, luz adecuada, ambiente confortable, gallinas sanas y poco estrés. Cuando alguno de estos pilares falla, la producción se resiente; cuando los mantienes estables, las ponedoras hacen su trabajo casi solas. Tu papel es más el de “gestor de condiciones” que el de “forzador de huevos”.

Si te quedas con unas pocas ideas clave, que sean estas: usa un buen pienso de ponedora y ofrece calcio extra, cuida el agua como si fuera oro, mantén entre 14 y 16 horas de luz diaria en época de producción, mantén el gallinero limpio y ventilado, controla parásitos y enfermedades y respeta el espacio y el bienestar del lote. Las gallinas agradecen la rutina y la tranquilidad; tú agradecerás abrir el gallinero cada mañana y ver la bandeja llena. Y si en algún momento la cosa se complica más de la cuenta, pide ayuda profesional: un buen consejo a tiempo vale más que un saco entero de huevos perdidos.

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